RELACIÓN ENTRE EL PROFESIONAL Y EL
NIÑO
La
primera entrevista se la realizara a los padres o persona que acompañe al niño
quienes serán los responsables de aportar los datos que se necesiten para saber
el trato que se debe de tener con el niño. Es de suma importancia el conocer
sobre sus experiencias anteriores al odontólogo, su alimentación, temores y
hábitos. El primer contacto cumple con el objetivo de conocerse mutuamente, es
importante que se tenga una relación amigable con el niño, que el conozca el
consultorio, como el sillón dental, instrumentos que vamos a usar con ellos para
que se vaya familiarizando, al niño le llama la atención los colores, las luces
y el agua, el ambiente debe estar relajado. La primera cita debe de ser de
amistad e inclusive de juego para que el encuentre un sitio donde pueda ir sin
temor.
Al
principio el niño entrara a la consulta con uno de sus progenitores o ambos,
luego que ya se haya entablado una actitud de confianza entre el niño y el
profesional, el ya podrá ingresar solo para que no haya intervención de los
padres en la consulta y el niño ya pueda colaborar con seguridad porque en
algunos casos no solo el niño se encuentra con miedo sino que sus padres le
transmiten ansiedad y eso es algo negativo en nuestra primera cita con ellos. El
profesional deberá de tener un conocimiento de psicología para poder entender y
captar el comportamiento del niño, personalidad y maduración que juega un papel
importante. La ansiedad y el miedo se disipan frente a una buena anticipación de
todos los movimientos que realiza la odontopediatra, quien ira informando al
niño paso a paso de lo que vaya y este haciendo para poder crear una confianza
en ellos. Si se fuerza la situación o se realizan movimientos muy bruscos se
pueden crear secuelas en el niño creándole una odontofobia por muchos años, los
niños con extrema timidez necesitan de tiempo extra para poder tener una
interrelación con el niño. Se debe estimular a los padres para que continúen las
visitas al consultorio, a fin de que el niño se vaya familiarizando
gradualmente, hasta que llegue el día en que el sin miedo acepte sentarse sin
miedo en el sillón odontológico y dejar que le revisen su boca. Si se
acostumbra al niño a visitar periódicamente al odontólogo se creara en ellos un
buen hábito por el cuidado de sus dientes.