El cepillo dental es
nuestra herramienta de limpieza diaria y contante, ya que mediante el uso
correcto del mismo podremos eliminar la placa bacteriana causante de muchas
infecciones en nuestra cavidad bucal. Generalmente están fabricados con el
material de nailon, lo que facilita la absorción del agua disminuyendo la dureza
del mismo a la hora de cepillar nuestros dientes y recuperan inmediatamente su
flexibilidad.
A la hora de la
elección del mismo tenemos que tener en cuenta el tamaño de la cabeza, esta
debe de ser pequeña, alrededor de 30mm de largo por 30 de ancho); su mango debe
de ser antideslizante y largo para facilitar su empleo; entre cada penacho debe
existir un espacio considerado.
Existen cepillos de
cerdas: suaves, medianas y duras; cada uno de estos es fabricado para distintos
tipos de dentaduras, se recomiendan los cepillos de cerdas suaves y medianas ya
que estos no agreden a las encías y se puede tener una mejor remoción de la
placa dental, en cambio los cepillos de cerdas duras son los menos usados ya que
estos agreden a las encías y al esmalte dentario.
Existen cepillos
interdentarios para la eliminación de la placa bacteriana cuando el cepillo
manual tiene un limitado acceso en los dientes y son usados para tratamientos
ortodónticos, en pacientes con prótesis fija o con problemas periodontales. En
los niños el tamaño del cepillo dental no es el mismo que el de un adulto, este
va a variar.
Los cepillos
eléctricos, pueden ser a pilas o recargables con un sistema rotatorio o sónico;
resultan muy útiles en la remoción de placa bacteriana, como en la motivación
por el cepillado especialmente en los niños. El cepillado debe de durar entre
dos minutos y medio a tres.
El cepillo dental
tiene un promedio de vida alrededor de tres meses o cuando las cerdas se
encuentren desgastadas, una vez que ha transcurrido este tiempo o las cerdas han
perdido flexibilidad, este ya no cumple la función primordial que es el remover
la placa dental. Cuando ya se termine diariamente con su uso se debe dejar
reposando de pie al cepillo dental.
Se debe destacar que
un cepillado brusco puede desgastar el esmalte dentario produciendo
sensibilidad, retracción de las encías provocando infecciones e inflamaciones.