SENSIBILIDAD POST- OPERATORIA (SPO)
Dra. Karina Cipponeri*; Dra.Fernanda Bello**; Dr. |
Gustavo Di Bella***
|
*Prof. Adjunta Cátedra Operatoria I, Universidad del |
Salvador, Buenos Aires, Argentina
|
**Jefa de trabajos prácticos Cátedra de Operatoria |
Clínica, Universidad de Buenos Aires
|
***Prof. Adjunto Cátedra Operatoria I, Universidad del |
Salvador, Buenos Aires, Argentina
|
gdibella@fibertel.com.ar
|
RESUMEN:
La sensibilidad post
operatoria de las restauraciones con resinas compuestas fué y sigue siendo uno
de los grandes enigmas de la odontología de hoy. Un misterio para el cual pocos
clínicos encuentran una solución y mucho menos una prevención.
Este articulo plantea el
conocimiento de los factores que causan la SPO para que, con pequeñas maniobras
clínicas, poder evitar aquellos contratiempos.
Desde la estructura histológica
de los tejidos dentarios hasta la cinética de los materiales dentro de una
preparación son tópicos de estudio altamente influyentes a la hora de conocer
las causas aparentes de fracasos post restauración.
Los métodos y procedimientos de
polimerización y los materiales utilizados pueden funcionar como promotores de
sensibilidad pero así también son nuestras armas primarias en defensa de
restauraciones seguras y eficaces.
SUMMARY:
The post operative
sensitivity that occurs after a restorative procedure with composite resin was
and still is one of the big enigmas of todays dentistry. A mistery that only few
clinicians can find a solution for, and that it is really difficult to prevent.
This article poses
the knowledge of the factors that cause POS, so that, with few clinical steps,
we can avoid those setbacks.
From the
histological structures of tooth tissue to the cinetic of dental materials in a
preparation are study topics highly influential at the time to understand the
apparent causes of post restoration failure.
The methods and
procedures of polimerization and the materials utilized can function as
sensitivity promoters but at the same time they are our primary weapons in
defense of secure and efficient restorations.
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Mas allá
de los avances de las técnicas y hasta del desarrollo de nuevos y mejores
materiales, existe siempre el miedo a las consecuencias de nuestros
tratamientos. Un éxito clínico por un lado y un fracaso casi esperado: la
aparición de sensibilidad térmica o mecánica luego de colocada la restauración.
Dicha
sensibilidad pone en tela de juicio nuestra credibilidad para con nuestros
pacientes y por ende nuestro futuro con ellos. Piezas dentarias con caries u
obturaciones deficientes que no presentaban sensibilidad, se comportan como
elementos de crisis una vez resueltas. Dónde estuvo la falla? En el
diagnóstico? En la técnica clínica? En ambos? Son muchos los
tratados acerca de sensibilidad post-operatoria (SPO) pero pocos los
estudios fehacientes hechos en humanos.
Las
técnicas habituales para reducir la SPO se basan en la colocación de
intermediarios entre la dentina y la restauración. Así como las bases de Oxido
de Zinc en los años 60 y las de Cemento de Fosfato en los 70, los Ionómeros
Vítreos son hoy en día el material de elección para el recubrimiento protector
de la dentina. Ahora la pregunta: “¿Es suficiente con eso?” La
respuesta obviamente es NO.
Hoy en día sabemos que los
tratamientos de la superficie dentinaria son pasos indispensables a la hora de
proteger tan delicado tejido. Evitar la desecación y la contaminación durante
las maniobras operatorias es un requisito primordial de todo acto quirúrgico. Un
correcto control de la oclusión, previo o posterior a la restauración son
maniobras vitales y obligatorias.
Tal vez entonces lo mejor sea
comenzar por conocer al enemigo. Saber las causas y cómo prevenir
efectivamente esa sensibilidad.
Una de las teorías más aceptadas
por todo el mundo es el estudio hidrodinámico de la dentina. Bramstrom en
varias ocasiones se refiere a él para explicar muchos de los procesos o
respuestas pulpares.
Sabemos positivamente que al
exponer dentina por cualquier motivo, ésta se encuentra a merced de estímulos
químicos, térmicos, eléctricos (por diferencia de potencial), y frente a todos
ellos responde.
La respuesta no siempre es igual
y mucho de ello depende de la cantidad y calidad de los conductillos
dentinarios, en definitiva la permeabilidad que los mismos posean.
Dichos conductillos existen en
mayor número y diámetro cuanto más cerca estén de la cámara pulpar, perdiendo
luego en cantidad y luz de diámetro a medida que nos acercamos al límite
amelo-dentinario.
Estos conductillos albergan
fluidos provenientes de la pulpa. Es el movimiento y la presión de este
fluido el responsable directo de dar aviso a receptores nerviosos que traducen
esta variación en estímulo.
Uno de los casos más frecuentes
que ejemplifica lo antedicho es la inflamación producida por el ataque
bacteriano de la caries que genera un aumento de la presión hidrodinámica dentro
de la dentina y la deformación de fibras mecano-receptoras cuya información es
traducida a la pulpa.
De igual manera la desecación
superficial de la dentina impulsa a una mayor salida de líquido hacia el
exterior con iguales consecuencias, dolor.
Los materiales de obturación
difícilmente puedan causar alteración alguna a la dentina bien utilizados,
aunque el desconocimiento de maniobras de preparación, relleno, polimerización y
pulido pueden ser factores altamente contribuyentes a la sensibilidad post-
restauración.
Podríamos clasificar a los
factores clínicos que afectan a la superficie dentaria una vez preparada en
factores físicos y químicos.
FACTORES
FISICOS
Calor/Presión/Deshidratación
Temperaturas superiores a los 46
grados centígrados son suficientes para la trombosis de los vasos sanguíneos de
la pulpa y superiores a 60, para la desnaturalización de proteínas y fibras
colágenas. Tan sólo el uso de elementos de polimerización en mal estado
son suficientes para alcanzar dichas temperaturas. Algunos materiales con
elevadas temperaturas de polimerización o reacción de endurecimiento en muchos
casos superan esas marcas.
El aumento de la temperatura
puede estar provocado por el instrumental utilizado para la confección cavitaria
y mecanismos iatrogénicos como la excesiva presión cuando el instrumento
utilizado no cuenta con el filo adecuado. Es común observar como frente a la
poca respuesta de corte de una fresa se aumente la presión contra las paredes
para lograr mejores y mas rápidas preparaciones.
Otro de los frecuentes errores
que cometemos es el secado abundante para tener una superficie dentinaria mas
limpia y segura. Dichos conocimientos adquiridos en el pasado quedan descartados
para el tratamiento de una superficie que naturalmente es húmeda y debe
permanecer siempre húmeda. De ahí que los nuevos adhesivos
contengan agua en su composición.
FACTORES QUÍMICOS
Ácidos/adhesivos/Factor de
configuración cavitaria (Factor C)
W. Lienenberg,
habla de la importancia de la profundidad de acondicionamiento ácido que estaría
ligada al tiempo de exposición del ácido, en este caso estamos hablando de ácido
fosfórico en concentraciones de alrededor de 35%, a la dentina. Se produce una
zona de total desmineralización donde sólo queda la trama colágena, luego una
zona de desmineralización parcial, y luego dentina normal. En esa zona
intermedia es donde se realiza el sellado de los túbulos dentinarios, por lo
tanto, el agente adhesivo tiene que atravesar todo el colágeno expuesto para
lograr una óptima hibridización. Si el ácido actuó durante más de 30
segundos en dentina, la profundidad de esta capa de colágeno expuesto es
mayor, y muchas veces el agente adhesivo no llega a atravesarlo totalmente.
El colágeno no hibridizado se hidroliza con el tiempo por las proteínas,
quedando una capa estructuralmente muy débil debajo de la restauración.
En espesores de dentina
inferiores a 0.5 mm el acondicionamiento con ácidos en concentraciones mayores
al 10% aumenta excesivamente la permeabilidad dentinaria local, permitiendo la
aparición de un medio acuoso, que interfiere en la polimerización del primer y
resina fluida, manteniendo monómeros libres en la zona, que son probadamente
citotóxicos. Existe gran controversia sobre este tema, especialmente en lo que
respecta al grabado de la dentina profunda. Por ejemplo, en 0.5 mm de dentina
remanente, ¿qué inferencia tiene el aumento de permeabilidad en 5, 10 o 20
micrómetros de espesor? Hasta hoy, no existe una respuesta única a este
dilema y serán necesarios más años de investigación. También se sabe que
en dentina profunda los niveles de adhesión logrados son menores, debido a una
menor cantidad y calidad de dentina intertubular, con la cual se logra la
formación de la capa híbrida.
Los distintos
sistemas adhesivos que permiten un sellado de los túbulos dentinarios poseen
distintos tipos de primers que varían en su aplicación clínica. La
capacidad de humectación y la extensión en la cual el primer penetra juegan un
rol preponderante en la calidad de la adhesión. Algunos contienen acetona y
otros alcohol como vehículo, y también pueden contener agua, o la combinación de
algunos de estos solventes. Los que contienen acetona requieren una mayor
humedad de la dentina para su efectividad.
Con respecto al adhesivo es importante tener en cuenta que las
resinas que lo componen no polimerizan en contacto con el oxígeno, por lo tanto
cuando se coloca el bonding y se esparce con aire es necesario que no quede una
capa muy delgada porque todo ese líquido será inhibido por el aire y no
polimerizará dejando resinas sin polimerizar en contacto con la dentina.
A través de distintas encuestas
entre odontólogos, los investigadores llegaron a la conclusión que cuanto más
espeso el sistema adhesivo, menor la sensibilidad, y que la aplicación de
composites fluidos sobre capas delgadas de agentes adhesivos reducen la
sensibilidad postoperatoria.
Tanto sea porque
sellan mejor los túbulos dentinarios los agentes adhesivos más espesos, o porque
aporten mayor flexibilidad para contrarrestar en mejor medida la expansión y
contracción postoperatorios, es evidente que clínicamente cuanto más gruesa la
capa de agente adhesivo, menor la sensibilidad postoperatoria.
Algunos clínicos informan que
los adhesivos de pasos múltiples son más eficaces que los llamados de un solo
paso, justamente debido a la diferencia de espesor, que puede ser compensada con
la colocación de más de una capa del monocomponente.
Jack Nicholls publica en 1997
un artículo titulado “Shake, shake, shake”, donde señala la importancia de
agitar los envases de adhesivos dentinarios. Sin importar cuál es el
solvente utilizado en cada adhesivo, acetona, alcohol etílico o agua, los
líquidos en los envases tienen distintas densidades, y ya que no son
químicamente compatibles puede ocurrir, y de hecho, ocurre, separación de fases.
Y compara esta separación en capas dentro del envase con lo que sucede con el
agua y el aceite. Si se agita una mezcla de estos dos líquidos se obtiene
una emulsión, pero si se lo deja por un corto tiempo, el aceite se separa y
flota por sobre la capa de agua. Lo mismo sucedería con nuestros
adhesivos. Si no agitamos los envases, sabiendo que el solvente es el
componente menos denso, en principio estaremos colocando sólo solvente en la
cavidad; y luego de varias aplicaciones, cuando ya se haya agotado el solvente,
colocaremos fundamentalmente resina, especialmente en aquellos primers o
adhesivos que contienen sólo acetona, que es muy volátil. De esta manera
la resina no tendrá un vehículo, una mano que la guíe y la penetre en la trama
colágena expuesta. Nicholls probó cuatro sistemas monocomponentes para
saber cuánto tardaba en producirse esa separación de fases, y en todos ellos, a
las dos horas, eran evidentes a simple vista distintas capas. Como
conclusión, Nicholls sugiere que no importa cuánto haya pasado desde de la
última aplicación, siempre es conveniente agitar los envases antes de usar
cualquier sistema adhesivo, a pesar de que en ninguno de ellos se lee la premisa
“agite antes de usar”.
Los últimos estudios dividen a
la contracción de polimerización en dos fases: la fase pre-gel o pre-gelación y
la fase post-gel o post-gelación. Durante la primera, el composite es
capaz de fluir, lo cual alivia el stress dentro de la estructura del material;
después de la gelación, durante la segunda fase, la fluidez cesa y no puede
compensar el stress de contracción, por lo tanto la polimerización post-gel
produce un stress clínicamente significativo en la unión composite-diente y en
la estructura dentaria adyacente.
Este elevado stress de la fase
post-gel de la contracción de polimerización puede producir defectos en la unión
composite-diente, llevando a una falla adhesiva y microfiltración asociadas a
posible sensibilidad postoperatoria. Tal stress de contracción puede
causar también deformaciones en la estructura dentaria adyacente si la adhesión
diente-restauración es buena. Se comprobó que los composites de autocurado
tienen un tiempo de endurecimiento mayor, con una fase de pre-gel más larga, en
la cual la fluidez permite un menor estrés de contracción de polimerización.
En cambio, en los de fotocurado, la exposición a la luz halógena hace que la
reacción sea más rápida, más brusca, limitando la fluidez de esa primera fase
que contribuye a reducir el stress de contracción de polimerización.
Algunos estudios comprobaron
que los agentes adhesivos de autocurado mejoraban la adaptación de las resinas
compuestas a los márgenes y paredes cavitarias, debido a su lento comienzo de
polimerización, sin embargo, esto no parece estar relacionado con la resistencia
adhesiva. Es necesaria mayor investigación que confirme la relación entre
adaptación marginal y resistencia adhesiva. Por lo tanto, la
intensidad de la luz es un factor importante en la reducción del stress de
contracción de polimerización.
El porcentaje de contracción de
las resinas de fotocurado es mayor durante los primeros 30-40 segundos de la
reacción de polimerización, y esto es significativo clínicamente porque la
integridad de la interfase diente-restauración es rápidamente desafiada durante
las fases tempranas de la polimerización, cuando la unión entre los tejidos
duros del diente y el composite todavía está madurando.
Esto transportado a la clínica
hace que sea aconsejable una polimerización con una intensidad gradual.
Existen algunas marcas de lámparas de luz halógena, por ejemplo, la Elipar II
o la Trilight de Espe, que comienza la polimerización con una intensidad menor
durante los primeros 20 segundos y luego la lleva a la intensidad normal.
Otra forma sería alejar unos
centímetros la fuente lumínica en los primeros segundos y luego acercarnos
lentamente a la restauración.
Materiales más fluidos,
especialmente las primeras capas que están en contacto con la estructura
dentaria es una forma de disminuir o al menos controlar el stress de
polimerización.
La otra forma es a través de
la famosa técnica incremental, con capas que no superen los 2 mm de espesor y
que en las preparaciones con caja proximal la primera capa sea aún menor.
Con los nuevos “composites condensables”, los fabricantes indican que pueden
colocarse bloques de hasta 5 mm, lo cual se contradice con estos nuevos
conceptos, porque justamente estos materiales son los que menor fluidez permiten
y por eso muchas veces se recomienda combinarlos con materiales flow, composites
fluidos en contacto con la estructura dentaria.
Es importante también que cada
una de estas capas se apoye en una sola pared de la preparación para disminuir
el stress de contracción de polimerización por el efecto del denominado factor C
o factor de configuración cavitaria. Este factor relaciona al material con
la cantidad de superficies dentarias a las cuales puede ser adherido, y se
demostró que existe mayor stress de contracción de polimerización cuanto más
cantidad de superficies dentarias entren en contacto con una capa de composite,
porque no permiten liberar ese estrés. Por eso, en preparaciones de Clase
I pequeñas y profundas, con un factor C alto, habrá mayor stress de
polimerización, con una potencial sensibilidad post-operatoria. La idea
es, en lo posible, ir construyendo la restauración “cúspide a cúspide”,
apoyándonos en una sola pared cavitaria a la vez. Concluyendo, la
contracción del composite como material en sí, es modificada en relación con la
cantidad de superficies preparadas para la adhesión, generando un stress de
contracción, que dependerá como ya vimos del factor C y de la elasticidad o
fluidez del material. Incorporando todos estos conceptos teóricos a la
clínica, podemos minimizar ese stress de contracción que puede conducir a
sensibilidad post-operatoria, con una intensidad lumínica gradual, colocando el
material en capas delgadas sobre la menor cantidad de paredes posibles, e
incorporando materiales más fluídos, como vimos antes. También es
importante esperar 20 segundos luego de colocada la capa de material para darle
tiempo a que se adapte, se acomode en las paredes de la preparación.
Ninguna técnica es
completamente segura, como así tampoco ningún material es mejor a peor que otro
cuando hablamos de SPO.
Tal vez sea un
sinnúmero de pequeñas indicaciones o pasos de técnica lo que, en fin de cuentas,
hace que nuestras restauraciones no solo parezcan sino que sean compatibles con
las demandas mas comunes de nuestros pacientes: la estética y el confort.
O bien con nuestras demandas para con una restauración: la biocompatibilidad y
la duración en el tiempo y si hay lugar para pedir algo más, la estética.
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